Ya casi se cumplen dos meses de decretada la emergencia por la llegada de la pandemia del covid-19 a Chile, y la crisis sanitaria se vive en la mayor inquietud frente a los reportes del Minsal que elevan a más de 2 mil los contagios diarios desde hace casi una semana.
Esa es la crisis que genera el temor más instintivo del ser humano; el temor por la propia vida. El miedo a contagiarse paraliza, nos vuelve paranoicos en mayor o menor grado, y al observar como todo el sistema construido por el ser humano se altera y se detiene, cobra sentido ese refrán que dice: “lo importante es tener salud…” y que nos da a saber que existe una buena razón para hacer frente a lo adverso.
LA OTRA PANDEMIA
Pero ya se había anunciado que a raíz de la emergencia sanitaria venía una segunda crisis, la económica, que ya empezó a hacer estragos en personas y familias por la pérdida de ingresos, y la consiguiente acumulación de deudas, con ello se pierde una seguridad básica para sobrevivir, ya que primero se teme no poder adquirir alimentos, luego vienen los gastos de luz, agua, locomoción, tal vez el pago de un arriendo, entre otros, y tal como van las cosas la cesantía va ganando espacio.
El Gran Santiago, que siempre ha sido el referente a la hora de buscar oportunidades, el centro donde está todo, y que como si eso no fuera poco, ahora también acapara la mayor parte de los contagios, y las empresas grandes y pequeñas que absorbían la fuerza laboral proveniente de todos los rincones de Chile, ahora cierran sus puertas porque claro está que miles de personas históricamente han emigrado a la capital para conseguir el trabajo y el ingreso que son esquivos en sus lugares de origen.
Es cierto, eso sí, que muchos también encontraron seguridad laboral en otros puntos del país, como el norte minero, así que estamos hablando de empleadas domésticas, guardias de seguridad, mineros, conductores, vendedores, y un largo etcétera de personas que quedaron sin trabajo, y que en estas circunstancias cada día se les van agotando las opciones hasta que queda la última, y quizás la más cuestionada; volver a casa, a su primera y original residencia.
EL RIESGO DE VOLVER
Volver a la tierra de origen conlleva actualmente una serie de riesgos, siendo el principal que (sin saberlo) la persona que retorna pueda estar contagiada de covid-19, y convertirse en vector que contagiará a otros, empezando por el entorno familiar. Esta es una variable que aparentemente no ha sido abordada en su real magnitud por las autoridades, y muy especialmente por las propias personas y sus familias, ya que debieran tener la obligación, social y ética, de guardar una sagrada cuarentena preventiva al momento de regresar al hogar, e informar de las circunstancias de su llegada a la instancia de salud presente, llámese posta rural. Tomen las consideraciones para no ser vistos como una amenaza, sino como siempre han sido; uno de los nuestros.
LLAMADO A LA RESPONSABILIDAD
Convengamos una cosa, los tiempos son difíciles, y parece que económicamente hablando no podemos ser optimistas de cómo serán los meses que vienen. Asimismo, aquellas personas que no encuentran otra manera de sobrevivir más que volver a la tierra natal o de origen ¿acaso podemos culparles de su situación? ¿Podemos ser jueces y verdugos de su decisión? Sinceramente creo que no, está claro que la pandemia ha condicionado nuestras vidas y tenemos derecho a pedir seguridad sanitaria, y por lo mismo se debe hacer un llamado a aquellos que la cesantía obliga a retornar; sean responsables, cuiden a los demás cuidándose ustedes mismos, informen su llegada a la autoridad sanitaria, pida información acerca de qué hacer para prevenir, y guarde rigurosa cuarentena para asegurarse y asegurarnos. Ustedes también tienen que dar sentido a la frase que nos da fuerza en tiempos de adversidad, “lo importante es tener salud…”
LOS OTROS VIAJEROS
Para cerrar, y usted ya lo estará pensando, hay otro grupo de personas que nada tiene que ver con las personas que regresan por razones de fuerza mayor, se trata de aquellos que vienen a pasar su “cuarentena” a las segundas viviendas, pero ese tema digno de análisis es para una próxima entrega.
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