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Mocho-Choshuenco, el volcán dormido que vigila la región de Los Ríos

Por Jaime Rozas / 22 de noviembre de 2020
Los Lagos, Panguipulli y Futrono comparten jurisdicción de la reserva nacional, cuya última erupción ocurrió en1864. En Futrono un privado busca apropiarse judicialmente de una ruta clave. Serie #VivirEntreVolcanesDiarioSur: PARTE 2.
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Inconfundible por su principal característica que son dos conos, de ahí el nombre de Mocho-Choshuenco, siendo el Mocho la cumbre más suave con 2.422 metros sobre el nivel del mar, y el Choshuenco es el cono más rocoso y erosionado, con 2.415 metros de altura.

El nombre Choshuenco viene del mapudungún, que significa "lugar de aguas amarillas", y Sernageomin lo describe morfológicamente como un volcán ancestral que en algún momento colapsó, “esta estructura genera una morfología achatada, suavemente inclinada hacia el sur y elongada en dirección NW-SE, de 4,5 km de diámetro mayor y que en su interior alberga un glaciar”.

Este macizo es compartido jurisdiccionalmente por las comunas de Panguipulli, Los Lagos, y Futrono, siendo los centros poblados más cercanos: Neltume, Panguipulli, Choshuenco, y Puerto Fui.

HISTORIA

Históricamente a este complejo volcánico se le ha dado distintos nombres, como volcán Valdivia, Rauco, Lajara, Penguipulli, Panguipulli, Riñihue, Reñihue y Shoshuenco. Quien entregó una primera descripción del Mocho-Choshuenco fue el capitán Francisco Vidal Gormáz (1869), cuando exploraba la zona del lago Riñihue, mencionando que “al oriente del lago se dibuja sobre sus cristalinas aguas el volcán de Riñihue, conocido antiguamente con el nombre de Lajara. El volcán aparece como de doble cumbre, pero, observado con atención, se nota que son dos montañas mui semejantes (sic)”.

El registro de erupciones identifica 5 erupciones históricas. Para el año 1822 Alexander Caldcleugh situó una erupción en el volcán Rauco, relatando que “en el momento del último terremoto, los dos volcanes, el Chinal (volcán Llaima) y el Rauco (volcán Mocho), cercanos a Valdivia, reventaron con gran violencia y luego volvieron a su estado habitual de quietud". Cabe señalar que en noviembre de 1822 se registró un fuerte terremoto en la zona central del país.

La última erupción de este volcán ocurrió en 1864, y fue también Francisco Vidal Gormáz quien tomó el testimonio del misionero de Quinchilca (hoy en la comuna de Los Lagos) gracias a lo cual podemos conocer cómo fue este evento natural: "A las oraciones de uno de los primeros días del mes de noviembre de 1864, se dejó sentir un fuerte ruido subterráneo, en Quinchilca, seguido de un récio sacudón de tierra, que conmovió toda la la rejion situada al Oriente de la misión. En este mismo momento, según algunos indios de Panguipulli, el volcán de Riñihue hizo una erupción y permaneció en actividad por muchos días. Las aguas de los lagos se elevaron sobre el nivel ordinario, produciendo en el Lago Riñihue una crecida considerable, circunstancia que impidió a algunos indios que se hallaban en el balseo de Panguipulli el que pudiesen continuar su viaje hacia la misión de Quinchilca, hasta muchos días después”. Esta crecida del Riñihue es lógica si pensamos en el derretimiento de los hielos sobre el volcán durante la erupción.

Continúa Vidal Gormáz relatando que los mapuche del sector, “dieron cuenta al misionero de lo ocurrido en el lago i volcan de Riñihue, asegurando que el fuego del volcan iluminaba fúnebremente las aguas del lago, i que por las quebradas de aquél corrían arroyos de fuego”. Asimismo agrega que estos pobladores de la zona tenían un “supersticioso respeto” por el volcán, asegurando que todo aquel que se acercara o ascendiera por su ladera “muere de alguna manera estraña o que por lo menos debe esperimentar alguna gran desgracia”.

Según se desprende de estos testimonios, la erupción de 1864 fue una actividad de tipo explosiva que podría haber generado un flujo de piroclastos que posiblemente corresponda a los depósitos superficiales que se encuentran en el actual sector de Pilmaiquén, esto es hacia el norte del valle de Río Chico, donde hoy se encuentra el Parque Huilo-Huilo.

Otro testimonio que llega a nosotros a través de la memoria oral lo registró Mario Bernales Lillo, en su libro “Toponimia de Valdivia” (1990), quien recogió el relato del anciano Isidro Quintumán Catrilaf, quien dijo que “hace muchos años, la región vivió una trágica experiencia, cuando hizo erupción el volcán Choshuenco, volcán muy alto en esa época, y barrió con toda la población del lugar. Sólo se había salvado un robusto mocetón mapuche que huyó en canoa hacia Panguipulli, pero mientras navegaba por el lago, volcó su embarcación y murió quemado por las aguas que hervían, a consecuencia de la erupción”.

RIESGOS

De los posibles riesgos que han sido identificados, Sernageomín establece que “es probable que un evento eruptivo futuro sea de carácter explosivo, caracterizado por la formación de una columna eruptiva que podría generar flujos piroclásticos, lahares y emisiones de lava”. 

Los lahares, que son aludes o flujos de sedimento y agua que se deslizan por la ladera de los volcanes, son los fenómenos más destructivos, los que podrían afectar a “las localidades adyacentes a los cauces principales que descienden del volcán, como Choshuenco, Neltume y el sector de Enco”. 

La caída de piroclastos es el otro riesgo para los sectores adyacentes al Mocho-Choshuenco (la palabra piroclasto es el griego “piro”, que significa fuego; y “clasto”, que significa fragmento), son los fragmentos arrojados a la atmósfera durante una erupción explosiva, los que luego caen al suelo, ceniza o tefra principalmente. Afectaría a la zona Este del volcán y las áreas más vulnerables serían las localidades de Puerto Fui, Neltume y Puerto Pirehueico.

Se ha estimado que el complejo tiene una recurrencia eruptiva cada 150 años, sin embargo eso “no significa que cada 150 años tenga que tener una erupción explosiva, porque en la naturaleza los ciclos no actúan con esa rigidez y regularidad, y hay muchísimos factores en juego”, explicó el vulcanólogo Hugo Moreno, del Observatorio Volcanológico de Los Andes del Sur, en una entrevista a diario La Tercera en el 2015. Actualmente el Mocho-Choshuenco no presenta actividad visible, aunque se registra actividad microsísmica.

RECURSO NATURAL PARA EL DESARROLLO

Durante la segunda mitad del siglo XX el volcán Mocho-Choshuenco recibió atención como destino para la práctica de actividades de montaña, aunque la primera ascensión está fechada en 1923, hasta la cima del Mocho por Friedrich von Erckert y P. Centholz.

Con posterioridad se habilitó en la ladera Oeste del volcán una cancha de esquí con andarivel, incluso estuvieron emplazados los refugios del Club Andino de Valdivia y Regimiento Caupolicán de Valdivia, destruidos el primero por un incendio y el segundo debido a su nula mantención. En el mismo lugar actualmente se encuentra ubicado el refugio de la Universidad Austral de Chile, y el nuevo refugio del Club Andino de Valdivia.

La Reserva Nacional Mocho-Choshuenco fue creada mediante el Decreto Supremo N°55 del Ministerio de Agricultura en el año 1994, con una superficie total de 7.536,5 hectáreas. Las razones de la creación de la Reserva Nacional se fundamentan en que el área posee valores paisajísticos relevantes para Chile, los que deben ser protegidos de manera adecuada, destacando la exuberante selva valdiviana. Posteriormente, en el año 2007 en el lugar se creó la Reserva de la Biosfera Bosques Templados de los Andes Australes, por resolución de la UNESCO.

El esta reserva se ha potenciado el turismo de montaña, cuyo principal impulsor hoy es tal vez la reserva Biológica Huilo-Huilo, iniciativa privada que entre sus actividades ofrece ascensos a la cima del Mocho, entre otras actividades relacionadas, así también algunos tour operadores independientes que han decidido explotar el atractivo turístico del lugar.

Actualmente existe un proyecto de desarrollo turístico sustentable para la Reserva Nacional Mocho-Choshuenco, impulsada por Conaf, Sernatur, el Gobierno Regional, entre otros actores, que por ahora ha trabajado en la apertura y mejoramiento de accesos por el sector de Enco, y la instalación de infraestructura y señalética.

A lo anterior se agrega el interés de la Municipalidad de Futrono desde al año 2015, por unir el Lago Ranco con el sistema Mocho-Choshuenco, Riñihue – Panguipulli con la construcción de un camino por el sector de Cerrillos, proyecto en marcha pero cuyo avance quedó en suspenso luego que un privado (Edgar Adidas) desconoció en tribunales el carácter público de la ruta que se estaba reparando. 

El asunto está paralizado y las autoridades futroninas no han mostrado interés en presionar al empresario para que desista en su intento de apropiarse de un bien de uso público como es el camino del sector.

Pero el surgimiento turístico en torno al Mocho-Choshuenco está en pleno desarrollo, de manos tanto de privados como de entidades estatales, demostrando una vez más que el volcán es un elemento que fascina, no solo es amenaza sino también atracción turística, y en la región de Los Ríos definitivamente este volcán despertó el interés de muchos.

El volcán es parte de los atractivos que promueve la Ruta Escénica Lagos y Volcanes, la Primera Ruta Escénica de Chile. 

SIGUE LA SERIE:
PARTE 1.- Volcán Villarrica, el volcán de las 49 erupciones sigue vivo y vigilante. 

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