Cuando Javiera Gómez tenía solo diez años, su madre, Paola Barrera, la miraba con atención en uno de sus primeros torneos en el Coliseo Municipal de Valdivia.
Paola la recuerda acompañada de un peluche de Snoopy que tenía un gorro del viejo pascuero, mientras al otro lado del tablero, la observaba con ojos vigilantes su contrincante, un hombre mayor de 18 años.
Ante un silencio expectante, la niña con sus pequeños ojos, miraba las piezas tratando de discernir el movimiento que podía ser decisivo en la partida. Por su parte, el rival, con un dejo de nerviosismo, miraba furtivamente a Javiera.
La madre de la ajedrecista recuerda con detalle el asombro de los oponentes de su hija, que a corta edad se inició en un deporte tradicionalmente dominado por hombres.
“Se sorprendían de que ella supiera casi a la perfección las defensas y ataques, incluso que supiera hacer las anotaciones de los movimientos en su libreta. Decían a modo de broma, ¿acaso el perro Snoopy le soplará las jugadas?”, memora Paola.
Aún no terminaban de reírse y Javiera ya había movido su pieza: sorpresa, ¡jaque mate!
El rival asombrado, miraba el tablero repasando los movimientos, no hay error. La jugada era genial. Paola se acuerda de la incredulidad en el rostro de los derrotados por la niña de diez años, ¿cómo no lo vi?, de seguro se preguntaban, piensa la madre.
Sin reparar en el asombro de sus contrincantes, Javiera dejaba escapar un inocente “gané”, aumentando el desconcierto de sus rivales.
Paola cuenta que su hija a muy corta edad, ya proyectaba “un remolino de sensaciones” a los oponentes mayores que ella. Rabia, impotencia, vergüenza, pero también asombro de que una niña, que iba con un peluche, les ganara o los hiciera pedir tablas.
Era una pequeña genio valdiviana y en esos años recién se empezaba a notar.
“Yo me gané mi espacio”, dice con decisión la actual Javiera Gómez de casi 20 años, cuando recuerda esa y otras escenas similares que reflejaban el desprecio de un deporte con características machistas, y en el que rara vez se veía a una mujer.
“Cuando era chica y le ganaba a un adulto sentía que se molestaban más conmigo que con otra persona”, recuerda sobre sus inicios. “Estoy segura de que por ser mujer y pequeña eso les dolía más”, asegura la ahora maestra internacional de ajedrez.
“Tenían mala cara y se despedían de mala gana. Ahora lo siento diferente, cuando gané el torneo de Lebú todos estaban felices de que hubiera ganado”, agrega Javiera, quien considera que ahora sí es valorada en el ambiente del ajedrez.
La actual campeona nacional adulta y seleccionada nacional sub-20, sin duda se ganó el espacio y admiración tras años de esfuerzo.
Actualmente, recibe constantes llamadas de personas que desean que le haga clases a sus hijos, un nuevo espacio que está descubriendo y que, según dice, le "fascina”.
Durante el inicio de la pandemia realizaba hasta tres clases seguidas de ajedrez en forma remota, y ahora hace un taller de ajedrez a niños de un colegio de Valparaíso.
En este tiempo también hizo otro taller para alumnos del colegio Domus Mater, de donde egresó de cuarto medio en Valdivia. Sin embargo, hace un mes lo dejó para programarse para enseñar a distancia, pues pronto viajará a Europa.
En ese viaje afrontará la Olimpiada de Ajedrez de Chennai, en India, que se realizará del 28 de julio al 10 de agosto. Dicho certamen se jugará por equipo y ella será el primer tablero del equipo de mujeres de Chile.
Cuando el entrenador de ajedrez, Víctor Huaquin, conoció a Javiera en el colegio Domus Mater, detectó rápidamente que la niña, a sus siete años, tenía más desarrollado el pensamiento abstracto que el resto de sus compañeros, lo que sería la base para aprender los secretos del deporte ciencia.
En sus clases de ajedrez, Javiera se sentaba en la silla y escuchaba atenta a su profesor.
“¿Quieres que paremos para que vayas a jugar?”, preguntaba el docente.
Víctor recuerda que la niña respondía moviendo la cabeza diciendo que no y pedía seguir aprendiendo. Podían estar dos o tres horas seguidas estudiando ajedrez.
“No me imaginaba estudiando ninguna carrera. No me veo trabajando y viajando a los torneos. Siento que desde pequeña he tenido una vida distinta al resto de mis compañeros y pares de mi edad”, reconoce la ajedrecista.
Desde los 12 años y hasta ahora, Javiera ha viajado constantemente a torneos internacionales por lo que su vida siempre fue diferente a la del resto de sus compañeros de colegio.
“Tenía un ritmo de vida distinto. Llevaba como una doble vida, la vida de estudiante y la vida de ajedrecista por separado", recuerda la maestra.
"A veces llegaba a colapsar porque era demasiada la exigencia por ambos lados. Me gustaba que en el colegio me fuera bien y también tenía que irme bien por el tema de las becas”, detalla.
Javiera significó un desafío para Domus Mater, a pesar de contar con programas enfocados en ayudar a sus jóvenes deportistas, dado que la ajedrecista podía pasar meses sin ir a clases.
La joven estudiaba sus materias con dedicación en el primer semestre, pero el segundo lo tenía libre, debido a que por sus obligaciones en las competencias (sudamericanas y panamericanas) podía estar fácilmente tres meses fuera de Chile.
“Los últimos años tenía que poner un esfuerzo adicional de mi parte para que me fuera mejor", relata Javiera.
“Llegaba a un punto en que no quería más”, enfatiza. “Mi colegio me daba muchas facilidades, sobre todo en el segundo semestre, pero era básicamente imposible rendir todo”, asegura.
La ajedrecista vivió ese ritmo desde los 14 a los 17 años, y el esfuerzo rindió sus frutos: su promedio de enseñanza media fue un 6,5.
Al mirar hacia atrás, Javiera piensa que la educación debe considerar a jóvenes talentos deportivos y también de otras áreas para fomentar sus talentos.
“No sé si podría existir un plan en común para todos los deportistas de alto rendimiento porque algunos son de deportes por equipo y otros individuales como el ajedrez. Los días de competencia son muchos, van desde 11 días hasta dos semanas, mientras en otros solo es uno o dos días”, explica.
Agrega que lo fundamental es que los jóvenes deportistas sientan el apoyo de la comunidad educativa, con el objetivo de que se sientan integrados.
“A veces hay colegios que te hacen más difícil estudiar por hacer lo que haces, por eso es importante sentir esa ayuda", puntualiza.
La ajedrecista explica que ese apoyo puede ir desde aplazar una prueba o dar más días para hacer un trabajo. "Y no dejarte todo para el día siguiente o ponerte un rojo por haber ido a competir”, enfatiza.
Javiera recuerda como un buen ejemplo, que en una ocasión iba muy atrasada en sus materias, y para ayudarla, un profesor le pidió estudiar después de clases temáticas que no había pasado en el segundo semestre para luego realizar una evaluación.
La joven estudió, rindió la prueba y se sacó un 6,8. La deportista dice que siempre agradeció ese gesto de comprensión.
Javiera cuenta que dentro de este año los grandes desafíos serán jugar las Olimpiadas de Ajedrez en India en julio, y en octubre deberá acudir al Mundial Sub 20 de Ajedrez que se jugará en Olbia, Italia.
Entre medio pretende jugar dos abiertos en Europa para seguir defendiendo sus puntos del ranking ELO.
La deportista sabe que por su puntaje no le conviene jugar torneos en Chile, pues está sobrecalificada para sumar puntos en el sistema de puntuación Elo, el cual mide la habilidad de los jugadores en el ajedrez.
Otro objetivo que está en el tapete y que busca conseguir dentro del corto a mediano plazo, es algún día ganar el Campeonato Absoluto de Chile, además de asegurar su título nacional femenino.
Hasta la fecha, la valdiviana ha disputado las semifinales para clasificar al mencionado campeonato y ha estado cerca de conseguirlo, pero aún tiene tiempo para seguir intentándolo.
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