Terminaba el siglo XVI en Chile, siglo de colonización y guerra entre los soldados de los tercios españoles y las tropas indígenas, especialmente de los mapuches y huilliches en el sur, pero se abría paso el siglo XVII, siglo del afianzamiento español en el nuevo reino, pero también de aventuras de piratas y corsarios.
Las colonias españolas en América abrían apetitos de sus enemigos, en especial de los ingleses y holandeses que ya habían logrado contar con flotas casi similares a las de España y realizaban incursiones en colonias de América del Sur.
En el sur de Chile emergieron en el siglo XVI varias ciudades, resaltando Santa María la Blanca de Valdivia, sin embargo ésta fue arrasada por las tropas de Pelantaru y Anganamón en 1599 y el resto de las ciudades fueron igualmente atacadas o asediadas, como fue el caso de Osorno, pero en Chiloé surgió la ciudad de Castro como un refugio para los españoles que eran acosados por los indígenas, sin embargo los castreños del naciente siglo XVII iban a conocer el dolor y el maltrato.
Fue en 1600 cuando las costas de la isla de Chiloé fueron atacadas por los corsarios holandeses al mando de Baltazar de Cordes y, con la ayuda de los huilliches de la península de Lacuy, se tomaron Castro y esclavizaron a sus ciudadanos. Tras un mes de cautiverio los españoles recuperaron la ciudad, pero eso no habría sido posible sin la ayuda de espionaje, inteligencia y sabotaje de una mujer valiente, Inés de Bazán. El precio de ello fue la tortura cruel que le aplicaron los piratas, pero que también fue motivación para la venganza de los españoles y posterior triunfo.
EL HOLANDÉS ERRANTE
Desde Holanda zarpó desde el puerto de Rotterdam una flota cuyo viaje fue conocido como la Expedición de la Compañía Magallánica. Uno de esos barcos era el Trouwe al mando de Baltazar de Cordes que tras el paso del Estrecho de Magallanes perdió contacto con el resto de la flota y para sobrevivir derivó en acciones de piratería.
Este buque holandés errante en el sur del mundo levó sus velas hacia Chiloé, se enteró de la destrucción de Valdivia y, tras asegurar una alianza con los huilliches de Lacuy, se apresuraron para atacar la ciudad de Castro y apoderarse de ella en nombre de Reino de los Países Bajos.
Tras engañar a la población de Castro acerca de sus verdaderas intenciones, al hacerse pasar por pacíficos comerciantes, atacaron la ciudad el 19 abril de 1600, asesinaron al corregidor Baltazar Ruiz de Pliego, y capturaron a la población en su mayoría mujeres y niños. Los pocos soldados que se salvaron estaban al mando del capitán Luis Pérez de Vargas que no tuvieron más remedio que refugiarse en los bosques chilotes.
Aquí surge la figura de Inés de Bazán, viuda de un soldado español e hija de colonos de Valdivia y Osorno. Su entereza quedaría para siempre en la memoria de esta ciudad chilota.
UNA HEROÍNA
Al momento de la llegada de los holandeses a la ciudad, Inés vivía la viudez de su esposo Juan de Oyarzún y le sobrevivían sus hijos Inés, María, Martín y Juan.
De acuerdo al trabajo realizado por el historiador osornino Víctor Sánchez Olivera, tras la toma de Castro el capitán Luis Pérez de Vargas envió a un soldado de apellido Torres a la ciudad para que fingiera que desertaba de su bando y se pasaba a los holandeses. Ya al interior de la ciudad convenció a Inés de Bazán para que le ayudara a preparar el contraataque de los españoles.
Por varias semanas la mujer hurtaba municiones y armas a los holandeses y se las hacía llegar a Pérez de Vargas, que estaba afuera de la ciudad, junto con información de cómo era la situación de las tropas y de los cautivos. Posteriormente tomó las mechas de los cañones y las humedeció para que los holandeses no pudieran usarlas.
A mediados de mayo –no se especifica el día- los 25 hombres de Pérez de Vargas atacaron la ciudad que era defendida por 40 holandeses, más un centenar de huilliches, y lograron liberar a 7 mujeres, mataron a algunos indígenas y a dos soldados holandeses, hirieron a Cordes y les robaron el ganado que poseían para después huir.
Según el hstoriador Víctor Sánchez, Cordes furioso, descubrió que el soldado Torres e Inés les habían traicionado y ordenó ahorcarlos. Torres murió en el cadalso y cuando el verdugo estuvo a punto de ahorcar a Inés, el capitán holandés le perdonó la vida, pero la condenó a la tortura.
EL MARTIRIO DE INÉS
Aquí es donde ocurre una serie de datos que se contradicen respecto al martirio de Inés de Bazán. Se dice que Inés recibió 300 azotes en su espalda, otros hablan que 400 e incluso la extirpacipn de sus senos. El historiador Abraham Silva asegura que Inés de Bazán murió producto de estas torturas.
Sin embargo hay datos del padre Diego Rosales y de Benjamín Vicuña Mackenna que aseguran que Inés sobrevivió a la tortura y que vivió hasta 1629.
En mayo de ese 1600 a Pérez de Vargas le llegaron refuerzos del coronel Francisco del Campo que con 150 soldados volvieron a atacar la ciudad y expulsaron a los holandeses matando a 300 huilliches, 8 holandeses y dejando varios heridos. Luego del combate se ejecutó a los españoles e indígenas que habían colaborado con el enemigo, pero Baltazar de Cordes logró escapar por mar y llegó al Perú, posteriormente llegó a Indonesia y allá fue capturado y ajusticiado por autoridades portuguesas.
Según el padre Gabriel Guarda, historiador valdiviano, Inés de Bazán se trasladó al fuerte de Santísima Trinidad en Valdivia y que su descendencia, los Oyarzún, surgieron desde Valdivia y Osorno.
En mayo de 1960, posterior al terremoto que asoló todo el sur, se levantó una nueva población en Ancud y que actualmente lleva el nombre de Inés de Bazán, la heroína que se sacrificó por su ciudad.
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