Nació en Osorno, fue a la Guerra del Pacífico y se convirtió en héroe con apenas 10 años.
Su nombre era José Gavino Ávila y su ciudad no lo olvidó, pues posee un monumento ubicado en la plazuela Yungay.
El monolito fue inaugurado en 1958 por solicitud de las escuelas particulares de la ciudad y dedicada a este niño que fue corneta del Ejército que fue a pelear contra Perú y Bolivia en la Guerra del Pacífico y que cayó en el combate de Sangrar un 26 de junio de 1881, durante la llamada Campaña de la Sierra.
El caso, a los ojos actuales resulta curioso, pues se trataba de un niño de apenas 10 años y abre la puerta a un tema del que poco se habla sobre esta guerra, la actuación de niños que integraban los ejércitos y cumplían labores como tambores, cornetas y servidores de oficiales.
De entre estos niños héroes los más conocidos son el subteniente Luis Cruz Martínez que murió a los 15 años en el combate de La Concepción o el marinero Juan Bravo, de 14 años, que fue el fusilero de la goleta Covadonga y que hizo estragos desde su cofa de vigía a costa de los marineros de la Independencia en el Combate Naval de Punta Gruesa.
Si bien para los osorninos los máximos héroes de la Guerra del Pacífico fueron el teniente coronel Eleuterio Ramírez y el marino Amador Barrientos, el niño José Gavino Ávila también tuvo participación en dicho conflicto, aunque lamentablemente no hay muchos antecedentes sobre él.
El pequeño osornino cayó en el combate de Sangrar (también conocido como combate de Cuevas en Perú), durante la Guerra del Pacífico.
El coronel chileno Pedro Lagos, quien comandaba las fuerzas de ocupación, envió un destacamento de fuerzas a controlar la zona de Junín de las incursiones de grupos de guerrilleros peruanos que se resistían a la ocupación chilena.
Uno de los sitios encomendados a controlar al coronel Letelier fue la localidad de Cuevas, en Canta, Perú.
En el lugar el coronel decide bajar hacia la costa por Canta, dejando allí al teniente capitán José Luis Araneda para que controlara el área y la retaguardia de la expedición.
El teniente capitán ordenó a una parte de sus hombres ocupar la hacienda de Sangra o Sangrar, perteneciente a Norberto Vento, padre del comandante guerrillero de la resistencia peruana Manuel Encarnación Vento.
Enterado de la ocupación, el comandante Vento decide atacar a las fuerzas chilenas asentadas en el lugar el 26 de junio. Allí se encontraba el niño de 10 años José Gavino Ávila, encargado de hacer sonar la corneta para transmitir la información a los demás soldados.
Esta batalla tuvo una definición indecisa, pues la historiografía de ambos países se la atribuyen con victoria.
El capitán Araneda logró sobrevivir con un par de hombres, pero dejó a 24 muertos –entre ellos José Gavino- y ocho heridos.
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