Estamos (casi) todos de acuerdo en que el tema de la educación es uno de los grandes desafíos para Chile. No hablamos solamente del próximo gobierno, que debe cumplir un rol muy importante, porque salir adelante en este aspecto es una tarea para todos. Saber y reconocer eso es extremadamente relevante.
Se menciona la necesidad de llegar a una educación gratuita y de calidad como punto de partida para cualquier iniciativa que se proponga atracar en buen puerto. No puede ser de otra forma.
Sin embargo, no alcanza con tener un Estado generoso y pro equidad que permita que todos los niños, jóvenes y mayores logren alcanzar una formación sólida sin importar si están en un prestigiado establecimiento de alguna de las grandes ciudades del país o en una lejana escuela rural.
El aspecto material ayuda, y mucho, a adquirir conocimientos. El que no disponga o no esté al alcance de un computador, móvil o fijo, en sus múltiples formas y variables, da ventajas enormes al que sí maneja un aparato, pero eso no es todo, pero lo esencial es saber usar la tecnología.
No sacamos nada con tener un equipo de varios millones que nos lea la mente para darnos una respuesta o mostrarnos la imagen que ansiamos ver si no entendemos lo que la pantalla nos regala.
Pongo un ejemplo. Hace pocos días ocurrió una tragedia carretera que cobró varias víctimas entre una familia. La información resultaba más dolorosa porque había niños entre los fallecidos. Después de leer la nota completa en un portal capitalino, me fui a las opiniones de los lectores y me encontré con cositas como “ojalá que vuelva la pena de muerte y fusilen al culpable” o “lo menos que merece es que alguien de la familia de las víctimas lo mate”.
El conductor responsable del accidente había muerto en el mismo.
¿Qué significa eso? Que mucha gente no lee o no sabe leer. Se quedan con el título y desde allí vomitan su ignorancia, aprovechándose de lo peor que tienen las redes sociales, que dan espacio al primer iluminado con ganas de usar un lanzallamas que quema para todos lados. El muy popular whatsapp es el cómplice predilecto de los terroristas del lenguaje, pero no el único, lamentablemente.
El déficit en comprensión lectora es muy evidente entre mucha gente, que más encima agrava sus faltas cuando intenta escribir. Ahí sí que cuesta soportarlos. No son capaces de poner que y solo usan un k, por dar un ejemplo suave. Para qué vamos a ahondar en ortografía, sintaxis o semántica. Yaaaa. No nos pongamos demasiado graves.
Otro aspecto de la educación que me gustaría ver profundamente fortalecida tiene que ver con la formación cívica de los niños, ojalá desde el jardín, y que se vaya fortaleciendo a medida que crecen. Creo que sería especialmente importante enseñar a los varoncitos que su relación con las mujeres, partiendo por las niñitas que tienen a su lado, en ningún caso se puede basar en la prevalencia de la fuerza física.
Estoy convencido de que ahí comienza el machismo, el que será imposible de contrarrestar a medida que pasen los años. Muchas tragedias atribuibles a esta lacra se fraguan cuando al calor de un par de tragos uno de los contertulios le habla al oído a otro para contarle que “parece que lo están cagando, compadrito”. Y ahí viene el chisme relacionado con la mujer del supuesto engañado, quien, envalentonado por el alcohol y dispuesto a “lavar su honra” parte derecho a su casa y aunque encuentre a la compañera preparándole la comida o acostando a los niños, la agrede, con las consecuencias esperables.
Por eso sería importante formar a sujetos que no sean cahuineros, porque generalmente terminan causando un drama, muchas veces sin remedio.
Para terminar estas primeras líneas de 2022, menciono otro aspecto de la educación que me gustaría ver como norma en todo Chile. Que no se entregue licencia de conducir a quien no haya pasado por una escuela ad hoc, ojalá municipal o bien privada, pero debidamente regulada y certificada.
Va a costar unos pesos, pero más se pierde cuando alguien que saber guiar un vehículo sin tener idea de las normas del tránsito provoca una situación como la ocurrida hace unos pocos días y que costó la vida a cinco personas. No digo que sea la solución definitiva, pero se nota mucho, aunque no ocurran percances graves, que a nuestros afanes de llegar a ser un país desarrollado hay que agregar ciertos procedimientos, aunque resulten impopulares.
Eso por ahora. De los otros aspectos de la educación que se preocupen los profesores, que para eso tenemos muchos y muy buenos; y también los legisladores, que también tenemos muchos.
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