El protocolo republicano del traspaso de mando presidencial se remonta a 1826, cuando se modificó el cargo de “Director Supremo”, ligado al liderazgo militar que ostentaron los próceres de los primeros años de las Guerras de Independencia, por el “Presidente de la República”.
Fue Manuel Blanco Encalada, el militar y patriota apresado tras el desastre de Rancagua, el primero en suceder al director Supremo, Ramón Freire, en una sobria pero significativa ceremonia ante el Congreso Pleno reunido en los salones del Tribunal del Consulado (hoy los Tribunales de Justicia) y en medio de un turbulento periodo tras las guerras de la independencia.
En los diarios de sesiones del 7 y 8 de julio de 1826, quedó registrado que el Congreso acordó instaurar la figura del Presidente de la República -que se mantendría en todos los textos constitucionales siguientes- y además la figura del "Vicepresidente" que “sustituyese al primero en casos de enfermedad, ausencias y otros”.
Tanto la elección del Presidente como del Vicepresidente se realizó por la mayoría absoluta de los miembros del Congreso y los cargos “serían provisorios a la espera que la Constitución consagrara la elección legalmente”.
También hay un detalle de la discusión que quedó consignado en la Sesión 6° Extraordinaria del 9 de julio de 1826, presidida por el legislador, José Ignacio Cienfuegos y que sería fundamental. Allí, el Director Supremo, a través de su ministro de Guerra hizo saber a la Sala su parecer sobre el primer protocolo que debería regir a esta ceremonia de investidura.
Según el representante del director, el asumido Presidente, prestaría juramento ante el Congreso y luego recibiría las insignias de mando en la sede de gobierno ubicada en el Palacio de la Real Audiencia. Ante la idea planteada por el ministro, intervino el integrante del Congreso, Francisco Vicuña, firme promotor del proceso emancipador recalcó:
“La investidura parece que debe recibirla aquí (en el Congreso), porque la Nación es la que le ha dado la autoridad, i de ella o de sus representantes debe recibir las insignias. Para este fin creo que debería venir el Presidente acompañado del Director”.
Este “detalle” en el protocolo -que fue respaldado por la unanimidad de la Sala- definió en gran medida, la ceremonia de investidura tal como la conocemos hoy.
INSIGNIAS DE MANDO
Entre 1826 y 1875 las ceremonias de juramento de los presidentes de la República se realizaron en el antiguo Tribunal del Consulado, (en calle Compañía). A partir de 1831 la ceremonia coincidió, además, con el aniversario del Primer Cabildo Abierto el 18 de septiembre de 1810.
Ese hecho, vinculó las Fiestas Patrias con este rito republicano y se rodeó de festejos públicos y celebraciones populares que duraban varios días. De acuerdo a historiadores y registros de prensa de la época, la ceremonia donde asumió el presidente Manuel Bulnes, en 1841, definió las bases de lo que conocemos como era republicana donde este evento adquirió una dimensión patriótica.
En los relatos del periódico "El Araucano" se narra la profunda solemnidad y gallardía que concitaba la ceremonia de transmisión del mando. Cuenta el reporte que ese 18 de septiembre de 1841, el presidente saliente, José Joaquín Prieto salió a pie, acompañado de su sucesor, Manuel Bulnes y una brillante comitiva, desde la Casa de Gobierno ubicada en el actual edificio de Correos en la Plaza de Armas.
Todo el trayecto desde esa plaza por calle Compañía hasta la intersección de calle Bandera, donde estaba el Tribunal del Consulado, se encontraba flanqueado por guardias civiles y tropa de línea en impecable ropa de parada.
En la plazuela fueron recibidos por un grupo de parlamentarios quienes los condujeron hasta la Sala donde estaban reunidas ambas Cámaras, para la ceremonia de juramento.
En esa ocasión se hizo entrega además de las insignias de mando y se instauró la costumbre del presidente saliente de rendir un discurso final, como una especie de cuenta de despedida ante el Congreso.
CELEBRACIONES
El rito, las celebraciones y el ambiente -casi de carnaval- que motivaban los cambios de mando se mantuvieron a lo largo de varias décadas, pero entre 1876 y 1973 la mayoría de las ceremonias oficiales de juramento de los Primeros Mandatarios tuvieron lugar en el edificio histórico del Congreso Nacional, ubicado en la manzana comprendida entre calles Compañía y Catedral (actual ex Congreso).
Tras la celebración del primer centenario de la República en 1910, cambia la fecha de la asunción de los presidentes de la República. Don Ramón Barros Luco asumió el 23 de diciembre de ese año y, desde entonces, el juramento de los jefes de Estado se realizó en distintas fechas. Solo se regularizó a contar del 11 de marzo de 1990.
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