Por Vasti Abarca
La pandemia de covid-19 pareciera haber impulsado una nueva ola de migración interna en Chile, aunque a diferencia de las anteriores, esta vez el éxodo se habría enfocado en la migración desde la capital a regiones, y no al revés.
“Hay una especie de cambio de paradigma respecto al desarrollo de la ciudad, es decir, por mucho tiempo la gente se iba a otra ciudad porque andaba buscando oportunidades laborales o de negocio, y esas fueron las migraciones sobre todo al norte de Chile en las últimas décadas”, explica Arturo Orellana, académico del Instituto de Estudios Urbanos UC y autor del Índice de Calidad de Vida Urbana (ICVU).
“En el sur el fenómeno es distinto porque es más reciente”, agrega el especialista en desarrollo urbano.
Un estudio del Instituto de Data Science (IDS) de la Universidad del Desarrollo, realizado en 2021 junto a Telefónica y Cisco, estimó que un 4,7% de los habitantes de la Región Metropolitana se fue a vivir a otras regiones durante la pandemia.
Sin embargo, las cifras de esta posible nueva ola de migración interna -que se habría desatado en los últimos años- aún no son concluyentes.
Orellana sostiene que Chile “ha logrado alcanzar cierto estándar de desarrollo, con un nivel de clase media importante”, por lo que destaca que las nuevas generaciones que migran dentro del mismo país “ya no buscan solamente un lugar donde haya un empleo, sino que primero donde haya calidad de vida”.
Es así como el sur del país ha tomado protagonismo en este vislumbrado movimiento migratorio, especialmente con nuevos vecinos que llegan desde Santiago.
El ingeniero Maurice Goudie junto a su familia es uno de ellos.
Migró hace dos años y en plena pandemia desde su casa en Las Condes hasta la Región de Los Lagos, donde comenzó una vida completamente distinta, lejos de su carrera profesional que lo llevó a trabajar en la minería mejorando procesos de producción.
Sin teletrabajo y dedicado a la carpintería en esta nueva vida, Goudie está radicado en la comuna de San Pablo, ubicada a unos 20 kilómetros de Osorno, donde vive en una pequeña cabaña.
Destaca la calidad de vida en el sur de Chile por sobre las comodidades que podría tener en Santiago. “Es lo que uno les puede dar realmente a los hijos”, asegura.
“Junto a mi familia dejamos Santiago y las supuestas comodidades que nos brindaba un sector acomodado en la capital, dejamos todo”, relata en conversación con Grupo DiarioSur.
Goudie reconoce que para él no fue tan complejo el proceso de adaptación, debido a que su esposa es originaria de Osorno mientras que su madre es oriunda de un pequeño pueblo de España llamado Dena.
Por lo que el ahora carpintero dice estar acostumbrado a la vida de pueblo, donde todos se conocen.
“Mi señora administra un café, yo siempre voy y ya me conocen, siempre hablo con agricultores de la zona, me han invitado a juntarme con ellos porque les gusta lo que hago con mis muebles que son de madera de casas recicladas”, comenta.
Según los datos de la Universidad del Desarrollo, un 5,6% de quienes se trasladaron en 2020 desde Santiago hacia regiones, lo hicieron a Los Lagos, mientras que la movilidad a Los Ríos fue del 2,6%, siendo Aysén la región menos recurrente con solo un 0,9%.
“El cambio de paradigma apunta a que ahora interesa vivir tranquilo, en un medio ambiente sano, vivir lejos de los niveles acelerados de las grandes ciudades”, enfatiza, por su parte, el académico Arturo Orellana.
Rocío Alvarado, concejala de Puerto Varas y coordinadora de la organización Cuenca Sustentable, destaca que las olas migratorias que se han producido en esta ciudad desde la década de los 90' en adelante tuvieron grandes consecuencias, sin embargo, siguen sin estar preparados para recibir nuevos habitantes.
Alvarado considera que la posible ola migratoria que se ha estado desarrollando estos últimos años llega “como un gran remate de un gran proceso migratorio que ha sido muy intenso”.
“Sabíamos que estaba llegando mucha gente a Puerto Varas y el efecto inmediato que eso generó fue el aumento del precio de las casas ante la demanda por comprar terrenos y casas”, asegura a Grupo DiarioSur.
Según el Informe Trimestral de Viviendas de Portalinmobiliario del cuarto trimestre del 2021, Puerto Varas es la ciudad de Chile que registró la mayor alza de precios de venta de casas, con un 25,7%.
Esta situación se tradujo en un alza del 30% en la demanda por arriendos, según datos de la Cámara Chilena de la Construcción Puerto Montt, dado que esos precios aumentaron en menor medida, con un alza anual de 17,8%.
En tanto, dentro de la Región de Los Lagos, Osorno y Puerto Montt el precio de venta de las casas anotaron aumentos más moderados con un 10,4% y 10,2% respectivamente.
Por su parte, en la Región de Los Ríos, los precios subieron un 13,1% en Valdivia, donde se enfrenta una escasez de viviendas, que transformó en una compleja misión, incluso, conseguir arriendo para los estudiantes de la Universidad Austral.
En ese sentido, Portal Inmobiliario calculó que la capital de Los Ríos fue la que más incrementó la cantidad de visitas a los inmuebles disponibles dentro de su sitio web durante el último trimestre de 2020, mientras que dos tercios de la demanda por vivienda se centra en casas.
Alvarado dice que mientras había cuarentenas no se notó tanto el aumento de la población.
Sin embargo, cuando la vida retornó a la cotidianeidad, la intensa congestión vial y el caos en las matrículas para los colegios se comenzó a ver con fuerza.
Así, la ola migratoria que podría estar en proceso, ha generado cambios en las ciudades que reciben a los nuevos vecinos.
“Cualquier proceso migratorio genera choques culturales porque llegan personas con hábitos distintos a los que viven ahí, creo que parte de la planificación tiene que ver con preparar a la población para recibir la migración”, expresa la concejala Alvarado.
Según su perspectiva, desde el otro lado de la vereda, los nuevos habitantes deberían llegar sabiendo que se tienen que “insertar en un sistema cultural” que tiene características específicas.
“Muchas veces hay personas que migran con los mismos hábitos que tenían en las grandes ciudades y genera mucho estrés en los habitantes locales”, puntualiza.
Maurice Goudie no se siente ajeno al debate y reconoce que hay que buscar integrarse.
“La gente es más callada acá, no dice las cosas de manera tan directa. Acá todavía se puede convivir tranquilo y de buena manera, hay que abrir el camino, ahí después es fácil, todo es por contacto”, asegura.
“Esto no es Santiago, aquí es más chico, mucha gente que viene para acá se quema altiro, dura poco rato”, matiza. Además, Goudie dice estar consciente de que donde vive es zona ancestral Huilliche y lo respeta profundamente.
Por su parte, Rodolfo Mansilla, exdirigente vecinal de Curiñanco, zona turística y playera de La Región de Los Ríos, considera que “todos tienen derecho a buscar un mejor vivir, lejos de la contaminación”.
Pero matiza en que se debe respetar: “En esta zona hay personas lafquenches y de acuerdo a sus creencias ellos tienen que vivir en armonía con la naturaleza”.
“Hay personas que se traen las costumbres de la ciudad hacia los territorios rurales y eso también es una problemática que hay que atender, no solo hay un efecto en contaminación ambiental, sino también cultural y espiritual”, sostiene en conversación con Grupo DiarioSur.
El especialista en desarrollo urbano Arturo Orellana, apunta también a que los nuevos habitantes -y su cambio de paradigma sobre estilo de vida- están transformando el panorama político.
“Este tipo de cosas van originando un cambio en la base electoral de las ciudades, como lo que ocurre hoy día en Puerto Varas. Probablemente muchos de los que ahora viven ahí llegaron desde Santiago, por querer ir a vivir en un lugar privilegiado desde el punto de vista de la naturaleza, las condiciones de vida y renunciando a una serie de cosas propias de las dinámicas de una ciudad”, explica.
En el caso de Puerto Varas, el actual alcalde Tomás Gárate, el año pasado se transformó en el edil más joven de la ciudad y además, con una candidatura independiente, rompiendo los paradigmas tradicionales de la zona.
En Valdivia, la alcaldía de Carla Amtmann, también se puede mirar desde los mismos prismáticos, considerando que es la primera mujer en gobernar la capital regional de Los Ríos en toda su historia.
A modo de hipótesis, Orellana atribuye estos cambios a la mentalidad que traen los nuevos vecinos. “Son las nuevas élites que están apropiándose de las ciudades atractivas”, plantea.
“Por eso probablemente también van cambiando las preferencias electorales, es decir, ya no buscan elegir al típico terrateniente o hacendando de la vieja política", sostiene.
Y continúa: "Sino que ahora buscan alguien que garantice que el lago esté limpio, que controle un poco el crecimiento urbano, que no se llene de parcelas, porque también tiene que ver con eso”.
“El tema ambiental se están tomando la agenda de nuevas generaciones con nuevos liderazgos, y esos son los que están emergiendo en muchas ciudades como Puerto Varas con el alcalde, y en Valdivia con la alcaldesa, que rompió una vieja tradición”, comenta.
La cotidianeidad entre oriundos y nuevos deja buenos elementos, pero también algunos roces durante el proceso de adaptación.
Para Alvarado, el choque cultural se expresa en la convivencia vial, en relación al uso del autos de mayor tamaño y a gran velocidad junto con el uso de la bocina.
“Hoy día en Puerto Varas hay unas camionetas gigantes que antes no existían y las usan personas que no trabajan en el campo, la usan personas que tienen una vida urbana”, asegura consternada.
También ejemplifica con situaciones cotidianas. “Es muy común que si uno va a comprar, uno conoce a la cajera y se queda conversando un rato, y la persona que está esperando no se altera porque es normal. Sin embargo, eso muchas veces produce impaciencia en los nuevos vecinos entonces empiezan los reclamos”, comenta Alvarado.
Y agrega: “Ahí nos damos cuenta de que esa persona no tiene los hábitos que se tienen aquí”.
En el ámbito más rural “hay un choque cultural de todas maneras porque hay gente que llega a vivir a las parcelaciones pero cree que sigue viviendo una vida urbana”, enfatiza la concejala.
“Empiezan a reclamar porque hay vacas, porque hay olor a heno, porque hay mal olor durante el verano o porque están fumigando, ¡pero están viviendo en el campo!”, cuestiona Alvarado.
También comenta que se producen roces por los perros de los nuevos vecinos. Todos los reclamos finalmente se encausan en la municipalidad o terminan reventando en redes sociales.
“La falta de planificación es como un paraguas gigante que genera muchas aristas y a distintas escalas”, reconoce.
La concejala de Puerto Varas enfatiza en que es necesario regular y mejorar la planificación en las ciudades para poder recibir la migración interna de la mejor manera posible.
“Ninguna ciudad está preparada para absorber la cantidad de migrantes que llegó de manera tan rápida, menos en una ciudad que no fue planificada para el crecimiento”, asegura.
Y agrega: “Hoy día estamos recién avanzando en el cambio del plan regulador, que amplía el núcleo urbano, pero disminuye la densidad de la ciudad”.
“Quizá esta última ola migratoria la vamos a poder evaluar más objetivamente en diez años más, cuando se pueda ver cómo cambió la ciudad realmente”, comenta.
Desde Los Ríos, Rodolfo Mansilla también dice que es fundamental la planificación ante la llegada de nuevos vecinos, que asegura se ha notado.
“Por un lado está el derecho de las personas a vivir donde quieran, pero por el otro está cómo se ordena el territorio”, expresa.
Según su perspectiva, en la zona se han llegado a instalar personas que provienen de Santiago y Temuco principalmente, pero no cuenta con cifras que respalden sus observaciones.
Sin embargo, el cambio de vida al que muchos parecieran haber optado, significó un aumento de las parcelaciones que pasaron de ser agrícolas a habitacionales en la práctica, lo que tuvo un impacto directo en las zonas loteadas, y que llevó al Ministerio de Agricultura a emitir una serie de medidas regulatorias.
Mansilla pone énfasis en que la falta de planificación ha generado problema en las zonas alejadas de la ciudad, que parecieran haber sido las predilectas por muchos de los nuevos vecinos capitalinos.
“En zonas rurales la cantidad de agua potable es limitada entonces se debe planificar y hacer estudios para definir cuántas personas se pueden abastecer”, sostiene Mansilla.
“Hay lugares a lo largo de la costa que han sido intervenidos, les han sacado la capa vegetal y el agua ya no filtra lo suficiente para los reservorios de agua en algunos lugares”, agrega.
Desde Puerto Varas, Alvarado refuerza este punto. “Hay comunidades que se están quedando sin agua porque están llegando a habitar más personas que las que tiene cabida en un territorio”, puntualiza.
La concejala también apunta a que es necesario crear nuevos servicios, incluyendo salud y educación para atender a la nueva población. Lo mismo sostiene Mansilla, quien también enfatiza en el aumento del flujo vehicular.
"Así como están los municipios chicos no tienen recursos para atender ni dar servicios a la migración que está llegando", reconoce, por su parte, el nuevo vecino Maurice Goudie.
Las perspectivas de que Chile presencia una nueva ola migratoria son intensas y van tomando fuerza, pese a que aún no se cuenta con data actualizada y detallada para poder analizar el posible fenómeno con mayor determinación.
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