Durante la pandemia se han investigado alternativas terapéuticas para enfrentar la infección causada por el SARS-CoV-2; algunos con mejores resultados que otros. Sin embargo, la evidencia disponible no ha permitido la recomendación de un tratamiento farmacológico concluyente. Entre los últimos medicamentos que han sido considerados para el tratamiento de la enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19), se encuentra la Ivermectina.
La Ivermectina es un agente semisintético con actividad contra helmintos (gusanos) y ectoparásitos (parásitos externos). En Chile, las indicaciones de uso aprobadas y vigentes para su uso sistémico por vía oral, corresponden al tratamiento de algunos parásitos (estrongiloidiasis intestinal y oncocercosis).
Recientemente, tanto la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) como la agencia de medicamentos canadiense, Health Canada, han emitido comunicados en respuesta al reporte de consumo de ivermectina de uso veterinario para prevenir o tratar la COVID-19, a raíz de estudios que parecían mostrar una buena repuesta de este fármaco para esta enfermedad. Sin embargo, hasta la fecha, no existe evidencia científica suficiente para que la Organización Mundial de la Salud y las agencias reguladoras de referencia avalen el uso de la ivermectina para tratar o prevenir el COVID-19 en los seres humanos.
Adicionalmente, tanto la FDA como Health Canada advierten que nunca se debe consumir productos sanitarios formulados para uso veterinario, debido a que la seguridad y eficacia se ha evaluado en las especies animales específicas para las que están indicados. Los medicamentos para animales suelen estar muy concentrados porque se utilizan para animales grandes como los caballos y las vacas, por lo que dosis tan elevadas de ivermectina (sobre 1g) pueden ser muy tóxicas para el ser humano, pudiendo causar daños graves en las personas, pudiendo producir vómitos, diarrea, presión arterial baja, reacciones alérgicas, mareos, problemas de equilibrio, convulsiones, coma e incluso la muerte. Por otra parte, se desconoce el efecto en las personas de ciertos ingredientes inactivos que se encuentran en las formulaciones veterinarias, o cuando su cantidad es superior a la utilizada en seres humanos.
En Chile, el Ministerio de Salud sugiere no utilizar Ivermectina como parte del tratamiento habitual para pacientes con COVID-19, ya que, en la actualidad, existe incertidumbre respecto de si la ivermectina ofrece o no algún beneficio en personas con COVID-19 y, por otra parte, su uso podría implicar el riesgo de efectos adversos. Las reacciones adversas más frecuentemente descritas para ivermectina ocurren a nivel dermatológico (prurito y urticaria) y neurológico (vómitos, somnolencia, mareos). También se han observado reacciones de muy baja frecuencia con el uso posterior a su comercialización como son: Síndrome de Stevens-Johnson, necrólisis epidérmica tóxica, hepatitis, elevación de la bilirrubina, empeoramiento del asma bronquial y convulsiones. No obstante, es importante mencionar que, desde año 2020 a la fecha, no se han notificado en nuestro país sospechas de reacciones adversas asociadas al uso de ivermectina para profilaxis o tratamiento de COVID-19.
Los productos de uso veterinario son controlados y regulados por el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG). Actualmente, el SAG mantiene registros autorizados en base a ivermectina para animales en solución inyectable, suspensión oral, pasta oral y solución tópica. A pesar de que no se ha reportado la utilización de estos productos en humanos con la intención de prevenir o tratar la infección por el virus SARS-CoV-2, sí se ha observado un incremento en el número de unidades vendidas de Ivermectina de uso humano, en comparación con los años anteriores.
Número de unidades vendidas y variación anual (enero-julio 2021) *
Información para la comunidad:
El Instituto de Salud Pública continuará analizando cualquier nueva información que vaya surgiendo sobre este y otros temas que involucren la seguridad de los medicamentos y recuerda a los profesionales que deben reportar las sospechas de reacciones adversas que afecten a pacientes que usen estos u otros medicamentos, tanto en el contexto de COVID-19 como de cualquier otra circunstancia de utilización por parte de las personas.
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