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Vida en un circo y estudios: una conjugación posible

Por María Isabel Triviño / 6 de abril de 2022 | 20:37
Keira Quiroz González, trapecista del circo, cursa octavo básico. Crédito: cedida.
Una estudiante del Liceo Eleuterio Ramírez de Osorno, junto al padre de tres alumnas de la escuela Leonila Folch, relatan cómo se compatibiliza el escenario y las aulas. Esta es su historia.
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“Es bien sacrificado pero sin duda vale la pena, porque me gusta mucho la vida en el circo”. Con esas palabras, Yuliana Reyes Cárdenas, de 16 años, cuenta cómo es itinerar por distintas ciudades y establecimientos educacionales del país.

Por estos días, ella es alumna de segundo medio del Liceo Eleuterio Ramírez de Osorno y parte del elenco del circo Kings Brothers, que hace algunos días ofreció una función especial para la comunidad escolar de la escuela Leonila Folch, de esta ciudad, donde asisten otras cuatro menores en edad escolar.

Distinto fue el caso de su hermano Hugo, de 35 años, malabarista del circo y padre de tres de esas cuatro niñas que han asistido al establecimiento ubicado en la calle Bilbao: Thaynara Reyes Cárdenas de 12  (séptimo); Marthina  de nueve (cuarto) y Aylén de seis, quien tuvo primer día escolar en este establecimiento. A ellas se suma Keira Quiroz González, de 13 (octavo). 

“Mis padres se iban con el circo y me quedaba con mi abuela para poder estudiar. Los veía solo en vacaciones y ahí ensayaba lo que me gustaba, pero debía volver a mi pueblo, Copihue (región del Maule). Ahora existe una ley, que permite a los niños ir a distintos colegios, mientras andan en el circo. Se crían con sus papás y eso les genera más estabilidad”, explica el malabarista a Diario de Osorno. 

De acuerdo a dicha normativa, al llegar a una ciudad los padres se acercan al Departamento Provincial de Educación, que matrícula a los menores en el establecimiento educacional más cercano al circo: que en esta ciudad está ubicado en Santiago Rosas con César Ercilla.

 “Cada vez que parten, se guardan todas las notas y las pruebas que dan. Y, con eso, a final de año pasan de curso”, comenta el padre.

Los hermanos Hugo y Yuliana Reyes, malabarista y bailarina, contaron cómo es la vida en el circo. Crédito: cedidas.

Los pro y los contra

Yuliana, bailarina del circo, resume lo bueno y lo malo de este sistema que describe como complejo.  

Comenta que, por un lado, tiene muchos amigos, conoce hartas ciudades y ha estado en numerosos colegios. Sin embargo, a muchos de ellos a veces no los vuelve a ver, porque en algunas ocasiones hacen otras rutas y no pasan a los mismos pueblos o ciudades.

En cuanto a las clases, dice que en algunas oportunidades llega a un colegio y están pasando temas que no ha visto. Entonces, para evaluarla esperan que se aprenda la materia y le toman las pruebas, ya que debe tener notas y llevarlas al siguiente colegio al que vaya. Todo eso, en solo un par de semanas. 

Reconoce que no siempre es fácil organizar sus tiempos, ya que algunos días hay tres funciones. “Ahí, no tengo tiempo y me acuesto bien tarde, porque debo hacer las cosas del colegio. Pero me esfuerzo para cumplir con todo”, confiesa la joven, a cuyos compañeros muchas veces les genera bastante curiosidad saber cómo es la rutina de un circo.

Yuliana agrega que, si bien había estado una vez en esta ciudad, pero en esta vuelta ha sido distinto.

“Me agrada mucho Osorno y su gente. Hemos ido a varias partes y me gusta el colegio, tengo varios amigos. Soy bien tímida y me cuesta un poco al principio, pero me adapto porque estoy acostumbrada a esto y me encanta la vida en el circo”, sentencia la adolescente.

Marcela Rojas, profesora de la escuela Leonila Folch, destacó la disciplina y el nivel lector  de Thaynara y Marthina Reyes Cárdenas. Crédito: cedida.

Aprendizajes

Marcela Rojas Campos, profesora de la escuela Leonila Folch, fue la encargada de dar la bienvenida a quienes asistieron a la función especial del circo Kings Brothers que se desarrolló a tablero vuelto, con más de 200 entusiastas personas en el público.

Relata que el establecimiento no había recibido niños que viven en circos, que desde hace varios años, pero indica que han sido muy inclusivos.

“Se les recibió con los brazos abiertos y la mejor disposición, gestionando que se les entregara los textos de estudio, aunque no estaban inscritas, para así tuvieran cubiertos todos su requerimientos académicos y se sintieran muy contenidas”, relata Marcela.

La docente explica, en términos académicos, acudir a la escuela durante algunas semanas podría representar una complicación. Pero enfatiza que no es el caso de las hijas de Hugo, dos de las cuales son sus alumnas: Marthina de cuarto y Thaynara de séptimo, quienes se encargan del sonido y de la música del espectáculo.

“Son muy disciplinadas y tienen un nivel lector que cualquiera lo quisiera. Eso es por una formación familiar”, comentó la profesora de la escuela Leonila Folch, a la vez que precisó que “si un niño no tiene una estructura de estudio en casa, llega con muchas desventajas”.  

A tablero vuelto fue la función especial del circo Kings Brothers, para la comunidad de la escuela osornina. Crédito: cedida. 

En la pista

Según señala Hugo Reyes, entre artistas y trabajadores, alrededor de 20 personas integran el circo Kings Brothers, de las cuales cinco son menores de edad y todas están estudiando. 

Cuenta que la pandemia también los afectó mucho, pues debieron quedarse en Copihue. Y, después de muchos meses, cuando comenzó a haber mayor apertura, dependían de las cuarentenas de las ciudades, con la consiguiente reducción de aforos.

Pero este año, literalmente volvieron a las pistas. Desde enero a la fecha ya han estado en la ciudad de Los Lagos, en la región de Los Ríos; después Frutillar, Llanquihue, Purranque y ahora Osorno, todas en la región de Los Lagos 

El malabarista añade que normalmente permanecen dos semanas o máximos tres, pero en Osorno llevan casi un mes porque es una ciudad más grande. Debutaron el 11 de marzo y tenían planeado realizar su última función este domingo 10 de abril. 

 

 

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