El conde de Osorno, provincia de Palencia, España, tuvo su homenaje en un rincón del sur del mundo un 27 de marzo de 1558, año de la fundación de la ciudad de San Mateo de Osorno en el Reino de Chile. Un personaje clave se alza tras esta fundación y ese es García Hurtado de Mendoza y Manríquez, enviado desde la corona española para reemplazar al asesinado Pedro de Valdivia.
Pedro de Valdivia tenía intención de seguir más allá de la ciudad de Santa María la Banca de Valdivia, fundada el 9 de febrero de 1552, por lo que Mendoza siguió esa aspiración y levantó una ciudad entre dos ríos, el Canoas (actual Rahue) y el Cudileufu (actual Damas) y para nombre de esa nueva ciudad eligió el título nobiliario de su abuelo conde, que habitaba en el poblado de Osorno en España.
Para la administración de la ciudad se designó como primer corregidor y teniente de gobernador al licenciado Alonso Ortiz Gutiérres de Cervantes, como alcaldes ordinarios a Diego Ortiz Nieto de Gaete y Francisco Sánchez de Santisteban y como diputado a Pedro Olmos de Ayala y cuya misión fue señalar los solares de los vecinos, según consta el libro “Fundación de las ciudades del Reino de Chile” de Sergio Fernández. Así la villa es situada en la confluencia del río Las Canoas y Cudileufu y la primera población era de unos 60 españoles, y algunos indígenas. En el área vivían en la época unos 80.000 huilliches, según datos del libro “La frontera de arriba en el Chile Colonial” de Ximena Urbina.
LA TIERRA COMO HERENCIA
El trazado urbano de la ciudad se modeló de acuerdo al sistema fundacional español, de tipo damero, con cuadrículas terminadas en ángulo recto, con una manzana central, ocupada por la Plaza de Armas, en cuyo alrededor se instalaron los edificios públicos, iglesias y convenios y, casas de los vecinos principales.
Durante estos años los españoles de la ciudad mantuvieron estrechas relaciones con los españoles de Valdivia y de las islas de Chiloé.
La tradición agricultora de Osorno se forjó desde sus inicios, siendo su principal cultivo el trigo y pronto ese producto empezó a ser requerido por las ciudades vecinas. Ya desde 1560 empezaron a llegar mujeres españolas, esposas o parientes de los conquistadores, y la descendencia se fue mezclando con los huilliches.
La ganadería su suma a las actividades y se logró tener en esa época, mil cabezas de vacuno y 5 mil de ovejas. La artesanía colaboró con la fabricación de paños y lienzos y se instaló una fábrica de ladrillos y tejas.
EL ORO DE POZUELO
Los conquistadores tenían siempre en la mente la idea de encontrar oro. Era muy frecuente escuchar acerca de la leyenda de la Ciudad de los Césares, una ciudad fantástica, según contaban otras colonias españolas del río de la Plata, Panamá y Perú, cuyas casas y calles estaban hechas de oro y el resplandor del ambicionado metal podía verse desde lejos.
En Chile se decía que esa ciudad estaba al sur de Valdivia y más de alguno pensó en la zona se Osorno y otros más al sur de la isla de Chiloé, ¿tal vez en Trapananda?, actual Patagonia aysenina.
Hasta que el precioso metal se encontró en Osorno. Según el ensayo de Marcelo Neira para la Fundación Dharma Chile, cerca de la actual comuna de Río Negro los españoles encontraron un yacimiento que bautizaron como Pozuelo y, tal como en Valdivia con el lavadero de oro Madre de Dios, comenzó la explotación del metal y quienes debían extraerlo eran los huilliches, tratados en calidad de esclavos por los osorninos.
Pozuelo permitió que la ciudad contara con una fundición de monedas de oro para beneficio del comercio, pero a costa de sangre.
Es cierto que la corona española tenía prohibida la esclavitud y más adelante, impulsada por el trabajo misionero de frailes o de españoles que no veían con buenos ojos el abuso a los indígenas, legisló sobre el trato a los naturales y creó la ley de encomienda donde se designaba a encomenderos que tenían a familias de indígenas con la condición de proporcionarles trabajo, integrarlos al modo de vida occidental y adoctrinarlos en la religión cristiana. Muchas veces los encomendados fueron tratados como esclavos y los castigos eran excesivos, incluyendo mutilación de miembros. Los reyes de España y sus fiscalizadores estaban muy lejos de sus colonias para “proteger a sus súbditos”.
El 16 de diciembre de 1575 Osorno soportó un terrible terremoto que azotó toda la zona sur, pero peso a ello se volvió a levantar.
OSORNO DESTRUIDA
Los abusos a los huilliches fueron acrecentando el odio hacia los españoles, hasta que estalló la revolución mapuche en 1598 al mando de los toquis Pelantaru, Anganamón y Guaiquimilla. Los mapuches se aliaron con los huilliches de más al sur y así planificaron destruir todas las ciudades al sur del río Bio Bio.
Tras la batalla de Curalaba el 23 de diciembre de 1598, donde cae en combate el gobernador Martín García Oñez de Loyola, comienza un circuito de venganza por todo el sur. En 1599 caen Santa Cruz de Coya, Santa María la Blanca de Valdivia y San Andrés de los Infantes; en 1600 el ejército mapuche-huilliche destruye La Imperial; en 1602 cae Santa María Magdalena de Villa Rica y San Mateo de Osorno y finalmente en 1604 se destruye San Felipe de Arauco.
Osorno quedó desprotegida con la caída de Valdivia el 24 de noviembre de 1599 y fue asediada constantemente, rodeada de enemigos, cuando a partir del 20 de enero de 1600 comenzó el asalto a la ciudad. Fue una verdadera guerra de desgaste, los españoles y los indígenas amigos (los denominados reyunos) aguantaron casi 2 años hasta que el hambre y la sed los obligaron a escapar más al sur. Posteriormente la ciudad fue destruida e incendiada y abandonada, aunque era frecuentada por un grupo huilliche que los españoles llamaban “osornenses” o chauracagüines.
LAS MALOCAS Y EL REPOBLAMIENTO
En ese largo periodo de abandono quedaron las ruinas de la ciudad a las que podían accederse fácil desde Valdivia, pero según el libro “La frontera “de arriba” chilena y el camino de Chiloé a Valdivia de Ximena Urbina, fueron los españoles de Chiloé los que tuvieron más presencia, en especial con la realización de malocas o excursiones esclavistas que realizaban descendientes de osorninos expulsados y que con ayuda de otro grupo de huilliches denominado canas atacaban y secuestraban hombres, mujeres y niños y los llevaban a la isla.
Hasta que pasaron 190 años. El 22 de noviembre de 1792 la ciudad es repoblada por orden del gobernador de Chile Ambrosio O’Higgins que envió un destacamento de soldados de Valdivia a cumplir con la tarea, al mando de Tomás de Figueroa. Mediante el Tratado de Paz de Las Canoas, el 8 de septiembre de 1793, los huilliches donan a los españoles las tierras entre los ríos Rahue y Damas para la reconstrucción de la ciudad, la que se inicia con la construcción del fuerte Reina Luisa. Desde entonces Osorno sigue vigente y es la actual capital de la Provincia de Osorno y parte importante de la Región de Los Lagos.
Grupo Diario Sur y DiariodeOsorno.cl le desean a todos sus lectores de Osorno un feliz aniversario ciudadano.
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