Por Vasti Abarca
En la Región de Los Lagos, el 87% de las viviendas urbanas y el 99% de las rurales usa leña para calefaccionar. El consumo total de leña en el sector residencial, incluyendo viviendas urbanas y rurales, es de 2.415.122 metros cúbicos, según datos del Instituto Forestal (Infor).
Este alto nivel de consumo, que se acentúa en los meses de otoño e invierno, es la raíz de un hábito sureño que ha generado gran contaminación en el aire y un uso ineficiente de los recursos: calefaccionar con leña húmeda.
“Cuando tenemos leña húmeda, contamos con poca energía disponible porque tiene mucha agua, entonces mucha de la energía se va al evaporar la humedad y sale por los tubos”, explica Francisco Burgos, académico de Ciencias Forestales y Recursos Naturales de la Universidad Austral.
El abundante uso de leña húmeda está un vacío legal, debido a que solamente el uso de leña proveniente del bosque nativo está adscrito a algunas restricciones referidas a su extracción, mientras que el resto de la leña que tiene su origen en árboles como el eucaliptus, no tiene ninguna fiscalización.
Todo esto, debido a que la leña no es considerada combustible, opina Burgos.
Como consecuencia, no hay estrictos controles de calidad para asegurar, por ejemplo, que la leña que se comercializa está seca o tenga un nivel de humedad aceptable, dado que las certificaciones son voluntarias.
Según los datos de Burgos, cuando la leña está seca hay más energía, es decir, entre 3.000 y 3.500 kilocalorías por cada kilo.
Sin embargo, cuando está húmeda baja al rango entre 2.000 y 3.000 kilocalorías, debido a toda el agua que se debe evaporar primero antes de que realmente empiece a calefaccionar.
El académico puntualiza que la abundancia en el uso de leña húmeda está asociada a la evidente escasez de leña seca.
“El proceso de secar leña implica que el productor la debe tener acanchada, como se le dice en el campo, un año completo. La cortan entre septiembre a noviembre y la tienen que dejar ahí un año para que llegue a una humedad entre el 15 a 20%”, detalla Burgos.
“Las economías campesinas no soportan ese acanchamiento, ellos necesitan comer todos los días. Lo que se necesita es el apoyo de un Estado que cree políticas y genere programas que permitan aumentar la cantidad de leña seca”, agrega.
En ese sentido, el uso de leña húmeda no solo es ineficiente desde un punto de vista energético, sino que también contamina más que la leña seca.
Según datos del Ministerio de Energía, solo con reducir la humedad de la leña de 30% a 25%, las emisiones contaminantes disminuyen cinco veces.
En este contexto, el pellet ha ido avanzando lentamente de la mano de subsidios estatales, considerando que por su proceso de fabricación se obtiene un producto más seco, entre el 8 y 10% de humedad.
“Eso hace que tengamos disponible mucha más energía”, dice Francisco Burgos.
Los datos del académico muestran que el pellet logra hasta 4.000 kilocalorías disponibles por cada kilo de este combustible, lo que representa una ventaja de 2.000 kilocalorías para calefaccionar la vivienda en relación a la leña húmeda.
Aunque en ese sentido, es necesario considerar que la eficiencia del pellet depende de su calidad (que no cuenta con una normativa obligatoria) y de la tecnología de la estufa donde se utilice, a diferencia de la leña seca, donde solo es necesario un aparato de combustión lenta sin mayor modernidad.
En cuanto al consumo de pellet, el 8% de las viviendas urbanas lo utilizan en la Región de Los Lagos, en un promedio de 1.583 kilos por año.
Sin embargo, la leña acompañada por una estufa de combustión lenta sigue siendo la calefacción preferida. Según el Ministerio de Energía, más de un 70% de las familias desde Rancagua a Aysén utilizan leña.
El debate sobre el uso de leña como calefacción despierta intensas pasiones entre defensores y detractores, mientras que la población en su mayoría continúa usando este recurso.
Pese a que existen subsidios para el recambio de calefactores, las cifras aún no muestran una migración masiva desde la leña al pellet o energía eléctrica.
La calefacción a leña es parte de la cultura sureña de Chile y así lo defiende Burgos, quien cuenta que también usa este recurso en su vivienda.
Para el académico, el foco está en la falta de regulación de un masivo negocio que navega en la informalidad y que es necesario fiscalizar.
Actualmente existe el Sello Calidad de Leña, un reconocimiento a quienes venden leña de origen legal y entregan información al consumidor sobre el poder calorífico de leña adquirida, sin embargo la certificación es voluntaria.
En la región de Los Lagos hay 60 comerciantes y productores de leña que tienen este sello, de los cuales, 26 corresponden a la provincia de Osorno.
Ante este escenario, desde hace años se busca incluir a la leña como un biocombustible sólido y de manera reciente, el Presidente Gabriel Boric, puso discusión inmediata al proyecto de ley sobre esta materia, que se encuentra en segundo trámite constitucional.
Según la Seremi de Energía Los Lagos, “el objetivo del proyecto de ley es definir estándares de calidad para los biocombustibles sólidos que se comercializan en el centro y sur de Chile”.
Si el proyecto se aprueba, “va a desencadenar un montón de acciones que permitirán fiscalizar como corresponde”, enfatiza por su parte, Burgos.
“Al ser la leña un combustible habrá alguna instancia que yo imagino será la Superintendencia de Electricidad y Combustibles, que tendrá que empezar a fiscalizar y multar a quienes no comercialicen un combustible de calidad”, proyecta el académico.
En concreto, según la Seremi de Energía, la iniciativa establecerá exigencias técnicas y estándares de calidad obligatorias para los biocombustibles sólidos y los procesos para obtenerlos.
Además, un organismo del Estado tendrá la función de controlar el cumplimiento de la regulación aplicable.
Desde la cartera energética detallan que la regulación se centrará en los biocombustibles sólidos que se comercializan en el radio urbano de ciertas comunas entre las regiones de O’Higgins y Aysén.
El proyecto también implica definir y hacer obligatorios estándares de calidad, mientras que desde Energía puntualizan que la regulación se focaliza en el comercio de los biocombustibles sólidos, no en su uso ni en las tecnologías utilizadas para su combustión.
“La ley debería lograr que tengamos un sistema mucho más eficiente”, agrega.
Según Burgos, si se usara leña seca disminuiría la contaminación por partículas en el aire en varias ciudades del sur del país y se debería ocupar menos leña “porque como estará seca habrá más calor disponible por cada tronco”.
“No podemos dejar de lado la leña, lo que sí tenemos que hacer como país es aumentar su calidad y usarla de manera eficiente”, defiende Burgos.
El especialista pone énfasis en que las otras opciones son combustibles fósiles y que la leña es carbono neutral.
De todas formas, "tenemos que ir hacia un uso sustentable del bosque nativo, de tal manera que no lo perdamos, eso permitirá que el recurso permanezca porque lo necesitamos”, asegura.
“Deberíamos cuestionarnos cómo estamos deforestando nuestros bosques por calentar nuestras casas con leña húmeda”, agrega el académico, detallando que actualmente la Conaf está a cargo de los planes de manejo de tala de bosque nativo respecto a la leña.
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